"Sueño con un futuro en el que la verdad es lo que da forma a la política de la gente, en lugar de que la política dé forma a lo que la gente piensa que es verdad".
Neil deGrasse Tyson.

domingo, 18 de octubre de 2020

Darwin y el "agente misterioso" del hombre europeo

Por Daniel Galarza Santiago


Durante su histórico viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle, el naturalista Charles Darwin relata sus reflexiones sobre la condición de los indígenas cuando se encuentran con el "hombre europeo". Esta reflexión puede encontrarse en las páginas 256 - 258 del Viaje de un naturalista alrededor del mundo (II), edición Akal. Hacia enero de 1836, en su recorrido por Australia, Darwin hace las siguientes observaciones:

Donde quiera que el europeo endereza sus pasos parece que persigue la muerte a los indígenas. Consideremos, por ejemplo, las dos Américas, la Polinesia, el Cabo de Buena Esperanza y Australia: en todas partes observamos el mismo resultado. Y es sólo el hombre blanco el que desempeña este papel destructor: los polinesios de procedencia malasia han arrastrado también entre sí a los indígenas de piel más negra, en ciertos puntos del archipiélago de las Indias orientales. Las variedades humanas parece que reaccionan más sobre otras de la misma manera que las diferentes especies animales, destruyendo siempre el más fuerte al más débil. No dejó de producirme tristeza oir en Nueva Zelanda a los más importantes indígenas que estaban convencidos de que sus hijos no tardarían en desaparecer de la superficie de la tierra. No hay nadie que no haya oído hablar de la inexplicable disminución de la población indígena tan hermosa y tan sana de la isla de Taití desde la época del viaje del capitán Kook; allí debería, por el contrario haberse visto un aumento de población; porque el infanticidio, que antes reinaba con intensidad extraordinaria, ha desaparecido casi por completo, y no son tan malas las costumbres, y las guerras se han hecho mucho menos frecuentes.

El reverendo Williams sostiene en su interesante obra[1] que, dondequiera que los indígenas y europeos se encuentran, <<se producen invariablemente fiebres, disenterías, o algunas otras enfermedades que se llevan a una porción de gentes>>. Y añade: <<hay un hecho cierto y que no tiene respuesta, y es: que la mayor parte de las enfermedades que han reinado en las islas durante mi residencia han sido importadas por los barcos; y lo que hace todavía más notable este hecho es que no podía comprobarse ninguna enfermedad en la tripulación del barco origen de estas terribles epidemias>>. No es tan extraordinaria esta observación como a primera vista podría parecer; puesto que puede citarse muchos casos de fiebres terribles que se han declarado sin que hayan sentido sus efectos los mismos que han sido causa de ellas.

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