"Sueño con un futuro en el que la verdad es lo que da forma a la política de la gente, en lugar de que la política dé forma a lo que la gente piensa que es verdad".
Neil deGrasse Tyson.

domingo, 26 de diciembre de 2021

El fracaso del calderonismo

Por Carlos A. Delgadillo Macías

Calderón es un imitador de Álvaro Uribe. Buscó su lugar en la política a nivel regional vinculándose con los políticos e intelectuales de derecha liberal, que forman un "think thank" antiizquierdista. Vargas Llosa, Krauze, Aguilar Camín, el referido expresidente de Colombia, la disidencia cubana y venezolana.

Como Uribe, quiso registrar su propio partido, para seguir captando recursos públicos, ocupando puestos de poder, contar con tentáculos en las cámaras, en los congresos locales, incluso alcaldías y gubernaturas. Como no tiene lugar en el PAN, se inventó un nuevo vehículo.

A Uribe le resultó de maravilla. En Colombia gobierna su partido, llamado "Centro Democrático", a través de Iván Duque. El "uribismo" es fuerte en aquel país derechizado y controlado a distancia por el gobierno de Estados Unidos.

Pero a Calderón no le resultó. El "calderonismo" no es una fuerza social, no tiene peso. Llegó a la presidencia apoyado por la reacción que evitó a toda costa el triunfo de AMLO en 2006. No era porque lo quisieran a él, sino porque lo vieron como el títere para bloquear a la izquierda. La oligarquía, los medios de comunicación, las mafias políticas, los grupos de presión, la cúpula eclesiástica, el entonces presidente Vicente Fox, lo impusieron, en unas elecciones muy turbias y muy discutidas.

Calderón creyó que se pueden crear partidos en el aire y recurriendo a las mismas mañas del "haiga sido como haiga sido". Margarita Zavala, su esposa, lo ha seguido en este camino, con una fracasada candidatura electoral a cuestas, en 2018. Por cierto, en esa ocasión, se demostró que había entregado cientos de miles de firmas falsas o irregulares. Es el estilo de la pareja.

Calderón y Zavala quisieron ser los representantes de la derecha liberal en México, nuclear las fuerzas reaccionarias, como antídoto contra la izquierda. Se veían regresando al poder, influyendo en la vida pública de México, a pesar del desprestigio por la guerra contra el narco, por el caso García Luna, por el fracaso del neoliberalismo.

Parece que no pasarán. Van a impugnar, van a patalear, van a descalificar al INE, acusarán a López Obrador de dictador. Están ahora del otro lado. Y puede que terminen mandando al diablo a las instituciones.

Como dicen, la vida da muchas vueltas.

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